segunda-feira, 23 de março de 2009

Un extranho na nossa casa........ (da Venezuela)

EL EXTRAÑO
Por Alírio Martinez, de Caracas, Venezuela

Unos cuantos años después que yo naciera mi padre conoció a un extraño en nuestro pueblo. Desde el principio quedó fascinado con este recién llegado, encantador personaje, y enseguida lo invitó a que viviera con nuestra familia. El extraño aceptó y siempre estuvo con nosotros.
Mientras yo crecía, nunca pregunté su lugar en mi familia, en mi mente joven tenía un lugar muy especial.
Mis padres eran instructores complementarios: mí mamá me enseñó lo que era bueno y lo que era malo, y mi papá me enseñó a obedecer. Pero el extraño era nuestro narrador. Nos mantenía hechizados por horas con aventuras, misterios y comedias. Si yo quería saber cualquier cosa de política, historia o ciencia, él siempre sabía sobre el pasado. ¡Conocía el presente y hasta podía predecir el futuro! Llevó a mi familia el primer partido de fútbol.
Me hacia reír, y me hacia llorar.
El extraño nunca paraba de hablar, pero a mi padre no le importaba. A veces, mi mamá se levantaba y, callada, se iba a la cocina para tener paz y tranquilidad mientras el resto de nosotros quedábamos, pendientes, para escuchar lo que tenía que decirnos.
Ahora me pregunto si ella habría rezado alguna vez para que el extraño se fuera. Mi padre dirigió nuestro hogar con ciertas convicciones morales, pero el extraño nunca se sentía obligado a honrarlas. Las blasfemias, por ejemplo, no fueron nunca permitidas en nuestra casa… no para nosotros, ni nuestros amigos o cualquier visitante; sin embargo, nuestro huésped de largo plazo lograba pronunciar ese “Hijo de P...” que quemaba mis oídos, hiciera que mi papá se retorciera y mi madre se ruborizara.
Mi papá nunca nos dio permiso para tomar alcohol de manera libera; pero el extraño nos animó a intentarlo regularmente. Hizo que los cigarrillos parecieran frescos e inofensivos, y que los cigarros y las pipas se vieran como costumbres distinguidas.
Hablaba libremente (¡Demasiado libremente!) sobre sexo. Sus comentarios eran a veces evidentes, a veces sugestivos, y generalmente vergonzosos… .Ahora sé que mis conceptos sobre relaciones sexuales fueron influenciados fuertemente por el extraño durante mi adolescencia.
Repetidas veces lo reprendieron, raramente respetó los valores de mis padres, y NUNCA le pidieron que se fuera.
Más de cincuenta años han pasado desde que el extraño se instaló en nuestra familia. Desde entonces ha cambiado mucho y ya no es tan fascinante como era al principio. No obstante, si hoy pudiera volver a la casa de mis padres todavía lo encontraría sentado en su esquina, esperando a alguien que escuchara sus charlas y viera dibujar sus cuadros.
¿Su nombre?... ¡Nosotros lo llamábamos Televisor!
¡Ah ... y ahora tiene una esposa a la que llamamos Computadora, y un hijo al que llamamos Celular! e ya tiene unos hijitos a los que llamamos iPod.

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