La última crisis económica mundial, con todas sus complejidades, tuvo una causa única y enorme: surgió una burbuja inmensa de vivienda y deuda, tanto en Europa como en Estados Unidos, y cuando ésta se desinfló, la economía mundial le siguió.
La mejor hipótesis es que la próxima recesión también se derivará de una mezcla de problemas, en lugar de tener una sola causa importante. Además,
en el transcurso de unos cuantos meses hemos comenzado a ver cómo podría suceder. No hay ninguna certeza de que una recesión sea inminente, pero algunos de nuestros miedos están comenzando a materializarse.
En este momento, identifico cuatro marcadas amenazas para la economía mundial. China: muchas personas, incluido quien escribe, han venido prediciendo una crisis china desde hace mucho tiempo, pero sigue sin suceder. La economía china tiene un profundo desequilibrio, hay demasiada inversión y muy poco gasto del consumidor, pero el gobierno ha podido alejarse del precipicio una y otra vez impulsando la construcción y ordenando a los bancos que faciliten los créditos al máximo.
Pero, ¿ha llegado finalmente el día del juicio final? Dada la resiliencia pasada de China, es difícil estar seguro. A pesar de ello, los datos recientes sobre la manufactura china parecen funestos.
Europa: durante varios años tras la recuperación de la crisis del euro, Europa ocultó su debilidad económica subyacente, originada por una población que envejece y la obsesión de Alemania con los superávits presupuestales. No obstante, su racha de buena suerte parece estar llegando a su fin, debido a la incertidumbre en torno al Brexit y la crisis en cámara lenta de Italia que debilita la confianza. Como sucede con China, los datos recientes no son halagüeños. Y al igual que China, Europa es un gran actor en la economía mundial, así que sus tropiezos se harán sentir en todos, incluido Estados Unidos, por supuesto.
La guerra comercial: en las últimas décadas las empresas mundiales invirtieron enormes sumas con base en la creencia de que el proteccionismo de la vieja guardia era una cosa del pasado. No obstante, Donald Trump no sólo ha impuesto aranceles altos, ha mostrado estar dispuesto a violar el espíritu, si bien no el texto, de los tratados comerciales existentes. No hay que ser un doctrinario del libre comercio para creer que esto debe tener un efecto económico recesivo.
El cierre del gobierno estadounidense: no sólo no se estaba pagando a los trabajadores federales, tampoco a los contratistas, a quienes nunca se les reembolsarán sus pérdidas. Es muy probable que los cálculos convencionales del costo del cierre sean demasiado bajos,
porque no consideran la afectación que un gobierno que no funciona impondrá en todos los aspectos de la vida.
La buena noticia es que, incluso teniendo en cuenta todas estas negativas en conjunto, no se acercan a reproducir el golpe que la economía mundial recibió con la crisis financiera de 2008. La mala noticia es que no está claro qué puedan hacer o harán los legisladores para responder cuando las cosas salgan mal.
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